Como el ave fénix
que resurge de las cenizas, como un hígado que vuelve a crecer, o como un
sorete que aparece tímido después de haber tirado la cadena… volví, bueno, si
vamos al caso nunca me fui.
En estos
muchos meses de ausencia me di con varias sorpresas, una es que varias personas
amigas o conocidas leyeron el blog y tuve comentarios muy positivos, lo cual me
alegra, y mucho.
Otra cosa
que me di cuenta, es que cuando me preguntan acerca del blog o quieren que les
cuente alguna de las anécdotas puestas, me da vergüenza, me pongo roja y en el
relato le hago perder el chiste. Conclusión: en un stand up me cago de hambre,
además me cago literal porque las multitudes me ponen nerviosa (mambito a
reparar).
En este
tiempo también estuve pensando en cambiarle el nombre al blog por uno más “maduro”,
más juvenil, más adulto, más viejo, más otra cosa. Pero hete aquí que mientras
viajaba en el colectivo escuchando una canción de Whitney Houston (de esas bien
cortavenas) y apoyada mi cabeza en la ventana poniendo cara de circunstancia, se
me vino a la cabeza uno de esos pensamientos ensordecedores y me acordé que el
día anterior había leído sobre la etimología de la palabra adolescencia, devenida
últimamente en la palabra padecer, dolor. La cosa es que no es así,
adolescencia viene del verbo adolecere en latin, que
significa “comenzar a crecer”.
Por eso es que creo que no hay etapa, o fase construida socialmente,
que encaje mejor con este blog y con mi persona. Considero que estamos en un constante crecimiento,
de aprender, de buscarnos, de tratar de ser…
Nunca tendríamos
dejamos de ser adolescentes, de asumir una actitud desafiante,
provocadora, lanzada de …“¿y qué?” frente a la vida.